Tu Creatividad hecha Realidad

La Lista Negra

14.04.2016 14:26

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EL ALMANAQUE NEGRO

Por: Carlos Nagasaki

 

Max

Max encendió su automóvil Audi modelo 2010 con gran furia. Pisó el acelerador a fondo y la maquina respondió vorazmente. Era un destructor de asfalto por las calles del hospital. Su mente estaba nublada; Consideró la opción de dirigirse a la salida de la ciudad para analizar ese difícil acontecimiento que lo amargaba dolorosamente. Su vida había dado un vuelco en cuestión de segundos. Había pasado de unos simples tosidos hasta una verdad cruda e innegable. De pronto su inseparable amigo reaccionó ante sus claros desvaríos.

-¿oye que te pasa?.. ¡has salido como de rayo¡- expresó Alfonso quien lo acompañaba en

el asiento del ayudante. 

-no me pasa nada. Simplemente me di cuenta que en este maldito mundo no somos ni valemos nada..- explicaba sumamente conmovido Max.

-¡órale¡ Eso sí que es profundo, pero no debería de sorprenderte. El mundo siempre te brindará enseñanzas que se deben de tomar con filosofía-

Max observó inquisitivamente a Alfonso cuyas palabras no causaron el efecto reconfortante buscado. –¿parece que no te agradó lo que dije?- agregó el fiel amigo, -¿tú que crees?- respondió con sarcasmo el veloz piloto mientras se dirigía a una estación gasolinera.

-yo solo digo que existen otras soluciones. Deberías de poner tu mente en otro lugar-

Insistió Alfonso quien parecía no entender lo que sucedía en la cabeza de su amigo. Max por su parte, ya no se guardaba ningún comentario. Solía ser un joven sumamente prudente. Sin embargo no le veía sentido el continuar por ese sendero. Por esta razón respondió de forma tajante.

– Poncho, no tienes ni la más remota idea de lo que estás diciendo ¿verdad?- El muchacho sentado al lado se encogió de hombros y titubeó en contestar. En ese momento se detuvieron para cargar combustible.

-buenas tardes joven, ¿Cuánto le ponemos a su carro?- expresó empáticamente el encargado de la estación.

–póngale $500 pesos…¡No, espere¡.. mejor llénelo, ¡qué importa ya¡-

Contestó Max con fastidió y frustración. Alfonso observó su mala actitud y trató de suavizar las cosas con el empleado

–Así es mi amigo. Él siempre regala su dinero-

Su broma y su sonrisa fueron notoriamente ignoradas por el trabajador quien se dispuso a colocar la manguera en el tanque del vehículo.

-¿te fijaste?.....El imbécil ni siquiera se dignó en responderme-

Expresó irritado Alfonso. Max contestó su visión de la situación.

–la verdad tu chiste fue muy malo. Es por eso que no lo culpo-

Poncho suspiró y observó a Max con detenimiento. Notó que su amigo clavó perdidamente su mirada en el horizonte. Añoraba estar en frente de ese bello atardecer que parecía calmar todo su dolor y pena. De repente, un pequeño tronido les avisó que la carga estaba completa.

-¡Listo joven, son $800 pesos¡-

El deprimido piloto sacó un par de billetes de $500 y le obsequió el cambio.

–¡así déjalo¡-

Instantes después de la recarga, Max se dirigió a la tienda de conveniencia para realizar unas compras. Ambos ingresaron al lugar. El piloto se encaminó al congelador y tomó una caja de cervezas. Alfonso le sonrió juguetonamente y lo siguió hasta la caja registradora. Enseguida preguntó:

-¿Cuánto cuestan los cigarros?-

–son $130 pesos..-

Respondió la señorita en cargo. Sin embargo su mirada estaba dirigida hacía Max. El conductor sacó otro billete de $500. Tomó la caja de cerveza y una cajetilla de tabaco. Segundos después se retiraron y dejaron el cambio de nueva cuenta. No obstante la chica los detuvo al momento de salir.

–disculpe joven, no le cobré la cajetilla-

Max replicó furioso.

–¡tómalo de la maldita feria¡.. ¿Acaso no te deje $370 pesos extras?-

La señorita intimidada asintió con la cabeza mientras escondía su rostro.

***

El velocímetro alcanzaba los 120 kilómetros por hora. Max anhelaba salir de la estresante vida citadina. El constante pasar de los kilómetros lo colmaba de paz. La repetida aparición y desaparición de la raya blanca en el centro de la carretera parecía borrar su intenso penar. El contemplar los llanos verdes en el campo lo vigorizaba enormemente; Eso era lo que necesitaba para sobrepasar el obscuro momento de su vida. Sin embargo la conversación con su compañero se tornaba desagradable.

-¿no sé si es porque soy un enano o porque soy moreno? pero ninguno de esos dos idiotas de la gasolinera me volteó a ver, ¿lo notaste?-

Alfonso se encontraba ofuscado; Por su parte, Max simplemente hizo muecas y respondió con desganado sarcasmo.

– Si Poncho, lo que tú digas, son unos malditos racistas- esta frase debió tocar un tema sensible para el buen Alfonso.

–  entiendo tu tono…¿Qué tratas de decir?..¿Que vivimos en un país maravilloso donde todos somos iguales?, ¿Qué opinas de la manera en que constantemente se discrimina al indígena por ser obscuro de piel? ¿O solo porque maneja dialectos diferentes? ¿o tal vez porque no interactúa de acuerdo con los estándares establecidos en la sociedad?…-

El aburrimiento de Max era evidente. Inmediatamente cortó la tensa conversación.

– mira Poncho, piensa lo que quieras. Yo lo que te puedo decir es que “tus profundos problemas” basados en apariencia son insignificantes a comparación de los míos. Tienes que trabajar en tus complejos antes de juzgar a la gente. Es por esto que me place comentarte que me importa un carajo tu opinión.-

El fiel amigo enmudeció y lanzó su mirada por la ventana. Max entendió que estaba siendo muy duro con la única persona a su lado en el peor momento de su vida. Fue entonces que gesticuló unos segundos, aclaró su garganta y develó su secreto.

-tengo cáncer de pulmón, me quedan menos de 6 meses de vida..-

Alfonso retornó su incrédula mirada y se disculpó. Enseguida Max expondría la razón de su frustración.

-no he logrado comprender como un joven de 28 años -atleta y sano- ha caído bajo las garras de la enfermedad más mortífera de la última década.-

Alfonso simplemente lo observaba con atención. El joven piloto cristalizaba su desilusión en pequeñas lágrimas. Explicaba su sentir mientras aceleraba de forma gradual.

 <<130 km/hr>>

-no entiendo como viejos decrépitos, fumadores y golpeadores de mujeres siguen en el mundo como si fueran indispensables. ¡Malditos parásitos..¡-

Alfonso cogió una cerveza y un cigarro mientras escuchaba atento a su compañero.

– ¿Por qué mejor no muere gente sin escrúpulos como los funcionarios corruptos culpables de fraudes, asesinatos, desapariciones, y un sinfín de delitos?. No, ellos continúan aquí, “embelleciendo” el país con su nefasta presencia.-

Max desahogaba sus penas mientras Alfonso bebía, fumaba y lo observaba atónito.  

-estoy de acuerdo contigo Max, pero tengo que decirte que vas muy rápido-

<<140 km/hr>>

Comentó con nerviosismo el entrañable amigo. Sin embargo el audaz piloto se encontraba encendido en el tema e ignoró la sugerencia.

- ¿y qué me dices de los Narcotraficantes?.. son la maldita escoria “del mundo”, no solo de nuestro país. Inconcebiblemente son idolatrados por una enorme masa de gente que no percibe que los están “jodiendo”. No entienden que su trabajo es envenenar y sembrar el terror en la sociedad. Aun así los ven como unos putos dioses..-

<<145 km/hr>>

El intrépido chofer tomó una cerveza con furia y le pidió un cigarrillo a su asustado amigo.

-¿estás seguro sobre el cigarro?- replicó Alfonso.

 –¡claro¡.. si me voy a morir por cáncer en el pulmón, cuando menos quiero tener motivos-

El compañero sonrió tímidamente y le entregó el tabaco. Enseguida le esclareció su inquietud.

–estoy de acuerdo contigo, pero… ¡vas muy rápido¡-

***

El auto sobrepasó el último semáforo urbano. Se adentraron en la quietud de los hermosos Llanos, habían dejado la ciudad atrás. Rompían el aire por la carretera cuando Max abrió el tema que más lo afligía; Su ex novia Jaqueline.

-¡te pasaste el semáforo en rojo, bájale a la velocidad Max¡- Expuso alarmado Alfonso.

La respuesta del piloto fue totalmente incoherente.  

-¿No te he contado sobre Jaqueline verdad?, pues bien. Ella fue la primer persona que supo de mi condición. Se lo dije unas horas después que el doctor me revelara la verdad. Ella se quedó callada por un instante y ..¿sabes lo que me dijo?-

<<150 km/hr>>

Max observó con ojos llorosos a su amigo el cual le exigía responsabilidad.

–Max, no descuides el volante, dirige tu rostro al camino… te escucho, ¿Qué te dijo la perra de Jaqueline?-

Alfonso observaba a su alrededor con nerviosismo. En ese momento Max respondió.

–me dijo lo siguiente, y cito: “no puedo continuar con esto Max, es demasiado para mí, lo siento”.. y se fue. No volví a saber de ella; no me contestó ninguna llamada, ni mensaje de texto, ni siquiera un puto e- mail, ¡me abandono en el momento que más la necesitaba¡-

El desquiciado piloto se carcajeó como un psicópata. Soltó el volante y se dio de bofetadas. Alfonso se encontraba aterrado, lo observó incrédulo y enseguida estalló.

-¡Max, estás loco¡..¿te quieres matar? ¡Pues hazlo tú solo¡ En este momento tienes dos opciones; o bajas la velocidad y te detienes, o te estrellas en el siguiente árbol que nos encontremos-.

Las respiraciones profundas de Alfonso se confundieron con la socarrona risa del conductor.

-tranquilo Poncho, solo quiero desahogarme, claro que no me quiero matar..-

Max desaceleró y la velocidad fue disminuyendo, pero inesperadamente el pie de Alfonso se interpuso en el acelerador y el insaciable carro recuperó la rapidez.

-¿Qué haces?- exclamó sorprendido Max.

 –solo te ayudo en tu propósito-

Alfonso clavó su mirada en el confundido piloto y sin contemplaciones; Jaló el volante a la derecha.

***

Los curiosos llegaron al instante. Se arremolinaron entre la densa humareda justo al lado de un inmenso árbol. Algunos quisieron ayudar pero su esfuerzo fue en vano. El auto estaba totalmente comprimido; destruido desde la defensa frontal hasta la trasera. Una autentica escena perturbadora. Dentro yacía muerto un joven de entre 25 y 30 años. De tez blanca y de complexión delgada. Se requirió de maquinaria especializada para sacar el cuerpo.

La policía interrogó a dos testigos que vieron a la víctima horas antes de su muerte. Ambos expresaron la misma inquietud; “de pronto reía y luego se entristecía, pero lo más extraño era que hablaba solo”. Días después obtuvieron fotos captadas en video sobre el instante en que el vehículo se pasaba un semáforo a las afueras de la ciudad. La imagen era clara; Max iba solo. No obstante, varios curiosos en el área comentaron a los detectives sobre la presencia de un hombre extraño. El misterioso personaje se encontraba entre la gente el día del accidente. Vestía completamente de negro. Parecía ser moreno y de estatura baja, pero su rostro nunca fue identificado ya que vestía una capucha. Portaba un enorme libro debajo de su brazo derecho. Parecía ser un almanaque antiguo con hojas desgarradas. Entre ellas se podía distinguir una inmensa lista de nombres tachados en forma de cruz. El último de ellos encerraba la palabra Max. El hombre de negro caminó su salida del accidente y desapareció entre los llanos.

***

Gabriel

Un nuevo nombre apareció en las hojas desgarradas del almanaque viejo. El hombre misterioso viajó por una dimensión alterna hasta llegar a la ciudad de su siguiente objetivo. Arribó al humilde comedor de una pequeña Iglesia. Se encerró en el tocador por unos minutos e inexplicablemente salió convertido en una hermosa joven. Era fácil identificar a la siguiente víctima; De hecho sería la propia víctima quien lo haría. Solo era cuestión de caminar por el pasillo y esperar que alguien notara su presencia. Su invisibilidad la alejaba de aquellos a los que no les había llegado la hora. Sin embargo este misterioso ser tenía la facultad de hacerse notar si así lo deseaba.

La despampanante joven deambuló desapercibida entre los vagabundos que asistían al comedor. De pronto su mirada se entrelazó con la de un joven que se encontraba sentado en la esquina del lugar. La información cayó como cascada en la misteriosa dama. En segundos conoció los más grandes penares del desafortunado muchacho. Había tomado el cuerpo de su antigua amiga y explotaría esta ventaja para dar el empujón final.

-Hola Gabriel…- saludó cortésmente la dama.

-Hola Lily- contestó con seriedad el muchacho.

-¿otra vez solo?..- cuestionó tiernamente la joven.

-siempre he estado solo Lily, tú lo sabes mejor que nadie, por cierto...¿Dónde

estabas?¿Porque te desapareciste por tanto tiempo?- expresó con tristeza Gabriel.

-eso ya no importa. Aquí estoy nuevamente para ti.- sonrió Lily mientras acariciaba la mejilla de Gabriel con su mano derecha.

***

Conversaron durante horas. Lily era el roble que sostenía la resquebrajada voluntad de Gabriel. El muchacho había vivido en la parroquia por 6 meses. Sin embargo no existía un momento de paz en su corazón. La soledad le carcomía el alma. Esta era la razón de su enorme depresión.

-Lo sé Gabriel. Tu corazón vive atribulado por no conocer a tus padres.-

Exclamó con empatía Lily mientras tomó la mano del joven.

-así es Lily. Nunca he sabido lo que es el amor maternal, tampoco conozco la admiración que se le debe tener a un padre, el cariño de una hermana, la necesidad de respaldarse en un hermano mayor, o la obligación de proteger a tu hermano menor. Desconozco el amor de una mujer, alguien que complemente tu vida y que le dé sentido a tu existencia. He caminado como alma en pena durante toda mi vida.-Expresó con sumo dolor el muchacho.

Cada noche antes de dormir observaba al cielo a través de una ventana. Derramaba lágrimas frías y enmudecidas. Pedía a Dios por abandonar la vida terrenal y entregarse en sus manos. De esta manera, Lily recomendó una alternativa.

-Gabriel, comprendo la difícil situación por la que pasas y creo tener la solución. Solo debes confiar en mí. Mañana quiero que vayas al granero a las 3:00 de la tarde. Allí te estaré esperando.-

Lily se incorporó del asiento y sonrió con elocuencia. El muchacho esbozó una pequeña sonrisa y asintió con la cabeza. Confiaba ciegamente en su única amiga.

***

Al día siguiente el reloj de Gabriel marcaba la hora estipulada. El muchacho se encaminó al lugar indicado y abrió la puerta. El rechinido de madera mojada anunció su llegada. Lily se encontraba al fondo. Sostenía con su mano derecha una gruesa soga que pendía de un fuerte barrote. Gabriel la observó con extrañeza.  

-¿Qué significa esto?- cuestionó dudoso el muchacho.

-la solución a tus problemas. Sé lo que hay dentro de tu corazón Gabriel. Acepta que lo has considerado..- Expresó con serenidad Lily.

-pues si lo he pensado, no puedo mentirte. Pero no creo en el suicido, soy católico- Expuso con inquietud el atribulado muchacho.

-permíteme ayudarte..- Lily extendió su mano izquierda y exigió la aproximación de Gabriel. El muchacho caminó hasta su amiga con un semblante confuso y aterrado.

-me haré cargo de tu sufrir mi querido amigo. No serás tú quien lo haga, así que no será suicidio. Solo te pido que me perdones.-

El muchacho se postró delante de Lily y permitió que su amiga colocara la soga en su cuello. La dama pidió que cerrara sus ojos y subiera a una silla. El joven aceptó su destino y siguió las indicaciones. Posicionó su pie derecho en la silla pero inesperadamente la pateó con fuerza. Al instante abrió sus ojos. Una luz brillante se había adueñado de sus pupilas. Tomó fuertemente el cuello de Lily con su mano izquierda mientras se quitaba la soga con la diestra. La bella dama no daba crédito a lo que sucedía. Su potencia sobrenatural no podía remover el fuerte brazo del joven

-¿Quién eres?-

Cuestionó aterrada Lily.

-soy “el mensajero” y el aviso para ti es el siguiente: ¿con que autoridad tomas atribuciones que no te corresponden?-

Los ojos luminosos de Gabriel destellaban furia mientras cortaba la respiración de Lily.  

-¡solo hago mi trabajo¡-Expresó con dificultad la bella dama.

-tu trabajo es simple. Solo debes recoger el alma y llevarla al purgatorio. Max no debió morir en un accidente y Gabriel no morirá ahorcado ¿entiendes?- exclamó con decisión el joven de ojos resplandecientes. La mujer expulsó un horrendo líquido por su boca.

-Está bien, lo he comprendido.- expresó abatida.

Enseguida el muchacho la azotó sin misericordia y retomó la conversación.

-mi trabajo aquí ha terminado. Me satisface saber que lo has comprendido-

***

Unos pasos firmes aplastaban la hierba crecida alrededor del Granero donde Lily había citado a su víctima. El arrullador sonido se asimilaba a los resoplidos cálidos del viento. El lugar era solitario por lo que no existían testigos alrededor. Un nuevo personaje se aproximaba al extraño encuentro. Se frotaba las manos ansiosamente. Extendía cada dedo de sus extremidades como si calentara para realizar una actividad física. Los rayos de sol acariciaban su fornida espalda. De esta manera contemplaba su propia sombra imponente en el suelo.

***

-Desafortunadamente para ti,  mi “hermano” ya viene en camino.- comentó con serenidad Gabriel.

-¡dijiste que no tenías hermanos¡- expresó dudosa Lily mientras se tomaba su dolorido cuello.

-El “Gabriel” con el que hablaste en el comedor no tiene hermanos. Este “Gabriel” que tienes en frente tiene unos cuantos- contestó el muchacho de ojos luminosos. Segundos después, tres golpes fuertes retumbaron en la puerta del Granero. Gabriel caminó su salida del lugar mientras la mujer cuestionaba la nueva visita.

-¿Quién es tu hermano?...¿Quien toca a la puerta?-

-Pronto lo descubrirás.- Declaró Gabriel mientras salió del almacén.

***

El rostro horrorizado de Lily contempló una impresionante figura obscura que ingresaba por el portón de madera. No podía distinguirlo con claridad debido a la intensa luz del sol. Sin embargo su semblante decayó totalmente cuando reconoció al nuevo personaje. Un destello resplandeciente escapó por los orificios del Granero. Enseguida un intenso estruendo removió la estructura completa. El lugar fue invadido por una inmensa capa de humo y gradualmente caía despedazado. Minutos después la silueta de un hombre emergió entre la niebla y a paso lento alcanzó a Gabriel.

-Está hecho Hermano- comentó el nuevo personaje.

-Gracias Miguel.-

-Su reemplazo será enviado pronto. Espero que no lo enerve el poder y caiga en la obscuridad.- expresó el ejecutor.

-El poder es tan fuerte que corrompe a seres humanos…. Y no humanos..- contestó Gabriel.

Ambas siluetas caminaron hasta perderse en el horizonte. Una vez desaparecidos a la vista, dos enormes estrellas brillaron en el firmamento. De nueva cuenta habrían traído el balance necesitado en la tierra.

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