Tu Creatividad hecha Realidad

EL EXODO DE CHINA NUEVO LEÓN

15.02.2016 16:43

 

 

 

EL EXODO DE CHINA NUEVO LEÓN

 

SEPTIEMBRE DEL 2015

Era una tarde fresca, caminaba por las calles del pueblo mágico más hermoso que he tenido la oportunidad de visitar, San Cristóbal de las Casas, Chiapas. Fue entonces que allí me encontré con un viejo amigo que tenía años de no ver. El tiempo había pasado, ahora nos encontrábamos casados y presentamos nuestras esposas respectivamente. Comentamos la coincidencia de toparnos a más de 1,800 kilómetros de nuestro pueblo natal. Conversamos por unos minutos acerca de las maravillas naturales chapanecas y de pronto la pregunta obligada llegó.

-¿y no has ido al pueblo?-

Un silencio tenso inundó la plática. Ambos sabíamos lo difícil que era contestar esa cuestión para cualquier persona que haya abandonado China Nuevo León después del 2009.

China Nuevo León fue un pueblo pintoresco ubicado en el extremo oriente del Estado de Nuevo León. Lleno de gente franca, sincera, trabajadora y emprendedora, tuvo un auge y esplendor durante la década de los 80’s. La época en que su hijo predilecto –Raúl González “El Matemático”- ganó la medalla de oro en las Olimpiadas de Los Ángeles en 1984. Un pequeño pueblo que proporcionó personajes ilustres tanto para la cultura neolonesa –Antonio Tanguma Guajardo, el maestro del acordeón- la medicina –Dr. Mentor Tijerina de la Garza, (aunque algunos argumentarán que nació en General Bravo) y la educación –José Antonio González Treviño, ex Rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León.

Una comunidad donde la convivencia estrechaba lazos de amistad sólidos. Pueblo donde se podía visitar amistades hasta altas horas de la noche y regresar caminando con tranquilidad a tu hogar. Lugar donde fin a fin de semana regresaban todos los originarios después de trabajar o estudiar fuera, ya sea en Monterrey, Reynosa o los Estados Unidos. Durante la década de los 80’s, 90’s y mi generación (2000’s) no existió un solo nativo de China Nuevo León que no quisiera regresar a su pueblo. Los que tuvimos la oportunidad de estudiar en Monterrey –y después trabajar- siempre fue nuestro anhelo forjarnos un patrimonio y después regresar al pueblo de nuestros amores. Los que emigraron para los Estados Unidos igualmente. Siempre alimentaban su amor al pueblo y regresaban por periodos cortos, durante semana santa o las fiestas navideñas. Jamás nos cruzó por la mente abandonar nuestras raíces, desentendernos del pueblo donde crecimos nosotros, nuestros padres y nuestros abuelos. Esos diciembres añorados donde la convivencia no solo radicaba en tu casa. Los originarios de China recordarán con cariño como se visitaba casa por casa durante las épocas decembrinas. Mientras nuestras madres y hermanas rezaban el sagrado rosario, nosotros convivíamos con una gran cantidad de amigos que por azahares del destino no teníamos la oportunidad de ver durante grandes lapsos de tiempo.

 

LA EPOCA DE OBSCURIDAD

Sin embargo llegó la época de obscuridad. Una época plagada de violencia y muerte que jamás habíamos experimentado nadie de nuestro pueblo, y que se extendió como cáncer por todo el Estado y País. Una temporada negra de proporciones bíblicas donde un extraño enemigo llegó para llevarse padres, madres, hermanos, tíos, primos y amigos. Aquellos que tuvimos la oportunidad de salir para buscar una vida mejor gradualmente cambiamos nuestra perspectiva del anhelado retorno. No obstante nunca lo descartamos por completo. Dentro de nuestros corazones siempre brilló un pequeño chisguete de esperanza que nos hacía considerar el regresar algún día. Era una fantasía, el vivir en otro lugar y saber que aunque no volviéramos con regularidad, nuestros amigos siempre estarían allí, en el mismo lugar, con las mismas costumbres y las mismas sonrisas. La época de obscuridad nos azotó tan fuerte que esa fantasía poco a poco se destruyó. Ya no hay amigos, ya no hay familia, ya no hay cultura neoleonesa, ya no hay convivencia fraternal. Ya no se puede caminar por las noches disfrutando el fresco sereno. Nuestro pueblo está sometido por el miedo, la violencia, el caos y la muerte. Pero lo más triste de todo es que estamos olvidados.

 

CHINA NUEVO LEON OLVIDADO.

Desde 1998 radico en la ciudad de Monterrey. Aquí he podido percibir la poca importancia que los pueblos fuera del área metropolitana reciben por los medios de comunicación. Entiendo que las distancias son considerables pero las redes sociales son de gran ayuda para estar al tanto de absolutamente todo. No es excusa para mantener olvidado al resto de Nuevo León. El 10 de marzo de 2010 un total de 40 sicarios en cuando menos 10 vehículos se enfrentaron con militares en el restaurante los Ahijados, por la autopista de cuota. El saldo dado a conocer por las noticias fue de un solo muerto. Al observar esta aberrante mentira levanté mi teléfono y me cercioré con testigos. El rumor atinado en el pueblo era de 20 a 25 cuerpos tirados. La época de obscuridad apenas iniciaba. Los constantes robos, secuestros y asesinatos aterrorizaron –y todavía lo hacen- por completo a la población. Pero lo peor aún estaba por venir. El 15 de Enero del 2011 un convoy horroroso de 15 vehículos ingresó al pueblo y disparó a diestra y siniestra. Sin tener un objetivo claro ni definido, simplemente accionaron a cualquier persona que se les cruzara por el camino. Sin embargo, el ejército mexicano los esperaba en pleno centro de la población. El enfrentamiento fue –según testigos- el más sanguinario y fatal en la historia de China Nuevo León. Más de 30 cuerpos esparcidos por la plaza, frente a la iglesia, y otra decena ejecutada -mientras huían- en distintos puntos de la población le dieron un saldo atroz e increíble a esta masacre. Las objetivas noticias locales de Monterrey comentaron el desenlace con un par de muertos. “al menos dos sicarios abatidos por el ejército mexicano”. Nuestra indignación como pueblo creció exponencialmente. No puede ser que no se le dé la importancia que realmente merece. Pero esperen, esto aún no termina. Dos semana después de estos sangrientos hechos, otro convoy se paseó rápidamente por las calles de China Nuevo León y disparó matando a un civil. Huyeron rápidamente por temor de un nuevo encuentro con los militares. De esta forma ha transcurrido la vida en nuestro pueblo. Desde aquel día que se le declaró la guerra al crimen organizado ha sido un auténtico infierno en la tierra.      

 

LA DIASPORA CHINENSE.

Desde entonces, el pueblo donde crecí -y que según el INEGI contaba con poco más de 12,000 habitantes durante finales de los 90’s- ha sido abandonado. La gente ha preferido dejar sus patrimonios, sus tierras, sus trabajos de toda la vida, para comenzar de nuevo, aún y su edad no se preste para labores física. Aquellos pacíficos atardeceres en ranchos familiares han desaparecido. Aquellas convivencias nocturnas se esfumaron para siempre. Las festividades anuales son recibidas por apenas un puñado de gente que se aglomera en la solitaria plaza principal. Esos ambiciosos proyectos turísticos y deportivos en El Parque Estatal el Cuchillo han sido pospuestos indefinidamente. Aquellas extensas borracheras que terminaban con la luz del día siguiente acompañada por Los Alegres de Terán se han desvanecido como un recuerdo fallido. Y lo más importante, aquellas hermosas reuniones familiares siempre estarán salpicadas con un ausente.

China Nuevo León cuenta actualmente con menos de 8,000 habitantes y el numero sigue decreciendo. El Éxodo de nuestra gente es notorio, y a pesar de seguir en contacto por redes sociales jamás será lo mismo. Si la tendencia continúa tal vez algún día simplemente desaparezca. Somos una especie de pueblo judío pero no somos los elegidos de Dios, y a diferencia de los hebreos, no tenemos un Moisés que nos habrá el camino a la libertad. ¿Quién lo hará, el gobierno?. La época obscura prosigue destrozando vidas. En el 2016 nuestro pequeño pueblo ha sufrido cuando menos siete asesinatos de personas inocentes. Apenas este 13 de Febrero fue atacado un lugar donde solía reunirme y sufrieron consecuencias fatales personas buenas, trabajadoras y que siempre dibujaban una sonrisa en su boca. –uno de ellos mi primo y otro un buen amigo. Inicialmente  quería escribir esto pensando en el reciente hecho, pero no pude evitar recordar los cientos y cientos de personas que han fallecido o desaparecido en China a causa de esta maldita época obscura que parece no querer terminar. Mis oraciones van para todas esas familias que -al igual que yo- han perdido un amigo o un familiar durante esta horrenda etapa de nuestra historia. La buena noticia es que toda etapa termina. La mala es que no sabemos cuándo.

 

Y entonces mi amigo me dijo.

-No, no he ido al pueblo… ¿y tú?..-

Le contesté pensativo.

-algún día….- 

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